El encuentro con don Alvaro Tarfe

Cuando Don Quijote vuelve a su pueblo de su tercera y última salida desde Barcelona, dispuesto a cumplir la promesa de retirarse un año del oficio de caballero andante por la derrota sufrida ante el Caballero de la Blanca Luna, coincide en un mesón de un pueblo con don Alvaro Tarfe. Cervantes aprovecha especialmente este encuentro para criticar el Quijote de Avellaneda, y para dejarnos referencias de este lugar con el de nuestro hidalgo.

Don Quijote conversando. Obra de José Luis Samper

El mesón donde coinciden, descansan, comen y departen sobre los dos “Quijotes” impresos, está en un lugar situado en el camino común que llevaba a don Quijote de Barcelona a su pueblo y a don Alvaro Tarfe desde Zaragoza a Granada. Este es el coloquio que mantienen los dos caballeros antes de comer, a una pregunta de don Alvaro:

 “¿Adonde bueno camina vuestra merced, señor gentilhombre?

Y don Quijote le respondió:

-A una aldea que está aquí cerca, de donde soy natural. Y vuestra merced, ¿dónde camina?

-Yo señor –respondió el caballero-, voy a Granada, que es mi patria”.

Cervantes no nos deja escrito el nombre del lugar de dicho encuentro, pero sí la distancia a la que se encuentra con el lugar de don Quijote. En una de las burlas que los duques hacen a don Quijote y a Sancho, para desencantar a Dulcinea, un actor disfrazado de Merlín impone una penitencia a Sancho de tres mil trescientos azotes “en ambas sus valientes posaderas, al aire descubiertas, y de modo que le escuezan, le amarguen y le enfaden”.

Sancho encuentra la forma de hacer creer a su amo que estaba cumpliendo con dicha penitencia, escondiéndose en los descansos entre los árboles y golpeando sus troncos, iba sumando azotes, ante la alegría por ello de su amo.

Don Quijote y don Alvaro después de comer juntos se ponen en camino hacia sus lugares de destino media legua, desde donde se separaban sus caminos. Desde aquí siguen don Quijote y Sancho ya solos hacia su pueblo, pasando una noche entre unos árboles, donde “No perdió el engañado don Quijote un solo golpe de la cuenta, y halló que con los de la noche pasada eran tres mil y veinte y nueve” los azotes dados por Sancho en total.

Caminan durante el siguiente día entero y la noche, donde Sancho termina su penitencia, llegando a su pueblo al amanecer:”Aquel día y aquella noche caminaron sin sucederles cosa digna de contarse, si no fue que en ella acabó Sancho su tarea, y esperaba el día, por ver si en el camino topaba ya desencantada a Dulcinea su señora…, con estos pensamientos y deseos subieron una cuesta arriba, desde la cual descubrieron su aldea…”.

Desde el lugar del encuentro con don Alvaro Tarfe a su pueblo, hay por tanto según Cervantes, aproximadamente dos jornadas y media de camino. Si don Quijote sobre Rocinante cabalgan entre 4 a 5 leguas por jornada, esta distancia puede estar entre 60 y 75 km.

El camino de Zaragoza a Granada de la época que llevaba don Alvaro Tarfe, pasaba por Cuenca y desde allí se podían tomar dos caminos. Uno pasando por Vadeganga, La Parra, Albaladejo, Valverde del Júcar, Honrubia, San Clemente, Villarrobledo, Ossa de Montiel, Villahermosa, Montiel, Puebla del Príncipe, Torreperogil, Guadahortuna e Iznayoz, llegando a Granada.

Y un segundo camino más fácil y menos peligroso, al no pasar por tantas sierras conquenses, y de longitud parecida, pasando por San Lorenzo, Cervera del Llano, Belmonte, El Pedernoso, Las Mesas, Socuéllamos y Montiel, y desde aquí seguir el camino anterior hacia Granada.

Estos caminos se cruzan con el de Toledo a Murcia, por donde se separa don Quijote para llegar a su pueblo, en El Pedernoso y Las Mesas. Otros dos lugares situados en el camino de Cuenca a Granada, y desde donde don Quijote puede desviarse también para coger el camino a Toledo, son Villaescusa de Haro y San Clemente.

Es preciso decir que desde Villaescusa de Haro, a 3,7 km, muy poco más de media legua, se encuentra un cruce de caminos desde donde bien pudo don Alvaro Tarfe seguir su camino pasando por Belmonte, y don Quijote continuar el suyo pasando por Monreal del Llano y Mota del Cuervo, ya en el de Toledo a Murcia, coincidiendo con lo escrito por Cervantes: ”Llegó la tarde, partiéronse de aquel lugar, y a obra de media legua se apartaban dos caminos diferentes, el uno guiaba a la aldea de don Quijote, y el otro el que había de llevar don Alvaro.”

Si desde los posibles lugares de encuentro, El Pedernoso, las Mesas, Villaescusa de Haro y San Clemente, trazamos dos círculos de 60 y 75 km de radio, los lugares que se encuentran cerca de El Toboso y en camino de Toledo a Murcia son: Villacañas, Villa de Don Fadrique, La Puebla de Almoradiel, Miguel Esteban, Madridejos, Camuñas, Villafranca de los Caballeros, Alcázar de San Juan y Campo de Criptana. Uno de estos lugares, a excepción de Campo de Criptana es el lugar de don Quijote.

En el próximo resumen de Mi vecino Alonso, con las conclusiones de este capítulo y los anteriores, se dará el nombre al lugar que Cervantes nos escondió hace ya más de cuatrocientos años, cuando escribió: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo”, y que después durante toda la obra se ocupó de dejarnos detalles geográficos de él, para poder así situarlo en el mapa de La Mancha de don Quijote.

Luis Miguel Román Alhambra

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Una respuesta a El encuentro con don Alvaro Tarfe

  1. Emilio Monte dijo:

    Muy interesante.

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